Ritual
Laurent Monvant ascendió los desgastados escalones de piedra que llevaban a la torre este del Gran Templo en mitad de la noche. Se detuvo a mirar al exterior por unos momentos y contempló los copos de nieve que golpeaban las ventanas, transportados de un lado al otro por voluntad de furiosos remolinos blancos, sumergidos en una extraña danza. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se acomodó el abrigo de piel. Lo habían sacado de la calidez que solo los brazos femeninos pueden ofrecer, pero habían tenido una buena razón. Nadie se atrevía a molestar al Supremo Sacerdote de Zarba por nimiedades. Una muchacha, que habían encontrado en una aldea cercana a Vhinden, había llegado al fin. —No ha parado de llorar en todo el camino —dijo un sacerdote gordo y calvo ni bien Laurent abrió la puerta de la habitación más alta. El Supremo Sacerdote chasqueó los dedos y los cinco fogones se encendieron al mismo tiempo. Había uno en cada punto cardinal y uno en el centro del lugar. —Retírate —murmuró. El