Hablando del libro... 1° parte

  Empezó hace cinco años y poco más. Una tarde-noche de verano estaba sentada en la vereda de mi casa, mirando el cielo. Siempre me fascinó ver las estrellas, ver cómo de a poquito van asomando una a una a medida que el cielo va oscureciendo. Y siempre me gustó escribir, pero nunca se me había ocurrido algo demasiado trascendental como para invertir mucho tiempo en eso. Por lo general solo escribía algunas lineas que después terminaba tirando si eran en papel, o eliminando si eran en el teléfono o en la pc.
  Además, también me encanta leer. Me encanta imaginar mientras leo. Ponerle caras a los personajes, tonos de voz, imaginar los paisajes, los aromas, las emociones. Cuando era adolescente, me imaginaba en la Sudáfrica que escribía Wilbur Smith, en las selvas de la mesopotamia argentina de Horacio Quiroga o en medio de las investigaciones del detective Poirot de Ágatha Christie. He leído bastante y muy variado, aunque muchas veces no tenía más opción que repetir el mismo libro a falta de unos nuevos. Nunca he tenido dinero de sobra, pero cuando me ha sobrado algún pesito, lo he invertido en libros, y ahora tengo una linda colección de Valerio Massimo Manfredi, y también una colección de libros de historia antigua que aún están en sus plásticos porque no los he leído. Sin embargo, lo que más me gusta de todo es la literatura fantástica, con magia, dragones, y espadas. Gracias a George R.R. Martin por Canción de Hielo y fuego!
Retomando... allí estaba yo, viendo las estrellas cuando se me ocurrió una historia, como tantas veces antes, pero esta vez empecé a escribirla. En los primeros intentos, escribí alrededor de quince páginas. Tenía tantas cosas que se me empezaban a ocurrir, que no sabía por donde empezar. Y me resultaba impresionante cómo de la nada uno puede empezar a imaginar y seguir imaginando. Jamás se me había ocurrido. Como lectora, siempre tuve curiosidad de cómo harían esos genios para escribir no uno, sino taaaantos libros, tan buenos, originales, ocurrentes... y ahí estaba yo, con un hervidero de ideas que no sabía como traducir al papel. Y no es que esté diciendo que sea una genio o que mi historia es buena. Solo que logré entender cómo es que a ellos se les ocurren las cosas.
  Al principio solo tenía un personaje: Quentin. Y quería escribir su historia, así que empecé a pensar en como era. Y eso me llevó a pensar en que le había sucedido en la vida para que fuera de esa forma. Lo que desencadenó que pasara de un Quentin en sus treinta a un Quentin pequeño, de trece años. Y Q (como lo llama su amigo Josh) no podía andar solo por el mundo. Así que apareció una familia, un amigo y varios problemas, que empiezan antes de la historia de Quentin, pero que lo inician en esta historia, que aún no tenía bien en claro cómo sería, pero ya me las ingeniaría para que surja.
  A medida que iba pensando en ello, empecé a pensar también en el mundo en el que habitaban. En la ciudad en sí, que luego pasó a ser un país al que se le sumaron otros países, y otras ciudades. Luego aparecieron las costumbres y religiones. También surgieron muchos más personajes. Y los magos, pero los magos son capitulo aparte. Quise que haya magos, pero tuve que hacer un alto, porque la magia siempre tiene reglas que deben respetarse para que no sea un desmadre. Así que tuve que empezar a imaginarme las reglas de la magia, lo que significa establecer qué pueden o no hacer, quienes son magos, por qué son magos, cómo se puede usar la magia, y muchas cosas más.
Igualmente, después del inicio, abandoné la escritura por más de un año. No tenía constancia, no tenía ganas y como siempre he pensado que no sirvo para nada, lo abandoné, pero por suerte no borré lo que tenía escrito.
  En 2017 conocí a una persona que me hizo confiar en mi misma, me hizo creer que de verdad podía hacer algo decente, así que un poco por entusiasmo y otro poco por darle el gusto volví a mi libro, como siempre lo llamé. Mi libro.
  A mediados de ese año también, tuve un episodio depresivo bastante heavy. Y la depresión nos vuelve de alguna forma egoístas, porque pensamos en nosotros, en nuestro dolor, en nuestra oscuridad que nos lastima, nos envuelve y no nos deja ver más allá. En un intento de salir adelante le conté a mis amigas, y no se si por no saber que hacer, o por desconocimiento no lo consideraron una gran cosa, ninguna me preguntó en el tiempo siguiente cómo estaba, o como lo iba llevando. Y por mi propio dolor y egoísmo no comprendí que ellas también tienen sus vidas y que el mundo sigue más allá del padecimiento propio.
  Me enojé con ellas, pensando que les importa un cuerno lo que me pasara y me refugié en mi libro, y ya de ahí no pude dejarlo. Me sumergí de lleno. Así fue como perdí todas mis amistades, ya que el tiempo libre que tenía lo dedicaba a escribir y a leer sobre cosas que necesitaba entender para escribir mejor: historia, geografía, psicología, ciencias y por supuesto blogs de y para escritores. Consejos de escritura, reglas gramaticales, qué hacer y qué no hacer, etc... Me alejé de todos, porque siempre tenía una excusa para no salir de casa y en cambio me quedaba escribiendo. Y además porque me era, y sigue siendo, muy difícil estar con gente y desengancharme del todo. En mi cabeza empezaron a vivir mis personajes, y mi historia. No es un desorden de personalidad ni esquizofrenia, no es que "escucho voces", es que estoy todo el rato imaginándolos en tal o cual situación, inventando nuevos desafíos para ellos, nuevos escenarios, nuevos problemas y soluciones, es no saber aún cómo ponerle un límite y vivir mi vida. Es algo que estoy intentando hacer, porque se que necesito socializar, pero por los dioses, que difícil es!



Comentarios

Jorge Curinao ha dicho que…
Poético blog, te animo a continuar. Saludos.

Entradas populares de este blog

Batalla de los Dos Soles

Primer viaje

Ciiclo "Conociendo Era de Magos" día 8. Reda Almairon.