Ciclo "Conociendo Era de Magos" día 3. Señora Viktoria.

—Muy buenos días y bienvenidos a "Conociendo Era de Magos". Hoy tenemos ante nosotros la deslumbrante presencia de la Señora Viktoria, Reina de Pyebra. Bienvenida, su majestad.
—Gracias, mi querida. Estoy muy feliz de estar aquí.
—Me alegro, su Majestad.
—Puedes llamarme Señora Viktoria, mi querida.
—Bien entonces, Señora Viktoria. A usted, siendo de Tesar, ¿cómo la trata el calor de Pyebra?
—Es insoportable, mi querida. No entiendo como la gente puede estar tan contenta viviendo ahí. No se puede respirar durante la mayor parte del día y por las noches te devoran los insectos. No llego a comprenderlo.
—Es algo bastante complicado. Lo mismo sucede con quienes van de Pyebra a Tesar.
—La diferencia es que ellos empiezan a quejarse antes de dejar Sitnor. Recuerdo que en una ocasión Kirios, Reda y yo fuimos a Tesar. No habíamos llegado siquiera a pasar la Ciudad Capital de Sitnor cuando ya estaban quejándose. Al llegar a Tesar, no podían moverse de tantos abrigos que llevaban encima.
—Ese debe haber sido un viaje incómodo...
—Imagínate, mi querida. Eran dos inmensos osos pardos. Un espectáculo lamentable.
—Esper que no vean esta entrevista, no creo que vaya a agradarles escuchar ésto.
—Mi querida, ya se los he dicho. Pero ambos me aman y por eso me perdonan todo.
—Que afortunada es, Señora Viktoria, y dígame ¿qué es lo que más le gusta de Era de Magos?
—Hay muchas cosas que me llenan el alma de alegría, mi querida, pero podría decir sin dudarlo que lo que más me gusta son mis muchachos, mis aprendices, mis magos.
—Se nota que los aprecia...
—Daría mi vida por cada uno de ellos, son la razón de mi vivir.
—Y estoy segura de que ellos sienten lo mismo por usted. Ya estamos llegando al final, ¿quisiera decir algo más?
—Nada, mi querida, ha sido usted muy amable. Adiós.
—Adiós, Señora Viktoria. Esto ha sido todo por hoy. Mañana tendremos dos invitados: Quentin y Joshua. Si gustan, pueden dejar sus preguntas para ellos en los comentarios.
—Y corten. Excelente trabajo, señores.
—No puedo creer que mi invitada no se haya enojado a mitad de entrevista.
—Si se hubiera enojado, te hubiera matado como a un maldito sapo, con el carácter que tiene.
—A mi me pareció adorable.
—No has leído el libro, entonces...

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